jueves, 7 de enero de 2010

De noche....

Este relatillo lo colgué en RH hace ya un mes o cosa así, es un experimento, ¿Que dirían si hablaran? ¿cuales serian sus pensamientos?


DE NOCHE... ©
Marduk era el dueño de la noche.
Caminaba con andares felinos sobre el borde de la acera, jugando con el equilibrio, escondiéndose en las sombras. Su figura elegante se perfilaba en las sombras bajo la luz de las farolas, era el amo de la ciudad y lo sabía.

Su pelo rubio lanzaba destellos rojizos al pasar bajo las ventanas iluminadas, sus músculos ondulaban a cada paso que daba, sus ojos verdes observaban con detenimiento todo lo que sucedía a su alrededor, pendientes de cada movimiento, de cada posible adversario.
Alzó la cabeza al colarse un rayo de luna entre las nubes. Sus labios se abrieron mostrando sus colmillos blancos, sus incisivos afilados, respiró profundamente buscando el efluvio que hiciera latir descompasadamente su corazón.

No lo encontró.

Movió la cabeza a un lado y a otro, las afiladas orejas atentas a cualquier sonido, a cualquier indicio que lo llevara hasta ella.

Nada.

Giró a su derecha introduciéndose en el callejón, estaba oscuro, los edificios altos e imponentes estaban tan juntos que la luna apenas conseguía iluminar los rincones. Justo el escenario preferido de Marduk.

Se acercó sigiloso hasta el umbral de un portal y esperó. Su afinado olfato lo había guiado hasta allí las noches pasadas, sabía que ella acudiría cuando estuviera dispuesta, y él la estaría esperando.
Dio tres vueltas sobre si mismo, la primera honrando la Luna, exigiéndola una noche de lujuria, la segunda por el Cazador demandándole alimento, la tercera por la tierra reconociéndola por concederle su territorio de caza. Completado el ritual se sentó indolente sobre el frío suelo y esperó apático, esa noche pelearía. Lo sentía en sus extremidades, en su estomago, en su mente.

No tardó mucho.

Sintió a su enemigo antes de verlo, antes de olerlo. Si Marduk pudiera sonreír, lo hubiera hecho. Su adversario estaba acostumbrado a tenerlo todo hecho, todo fácil, se notaba en su olor, aroma a limpio, a cuidado, a jabón.

Marduk alzó despreciativo la cabeza esperando a que su enemigo se hiciera visible.
Lo vio doblar la misma esquina que había doblado él, su andar perezoso, su cabeza en actitud confiada, sus rasgos relajados. Era grande, más que Marduk, pero no eran músculos los que se marcaban en su cuerpo, era grasa. Sebo, pensó asqueado por la debilidad de su contrincante.
Marduk se incorporó con ademanes despectivos y esperó, no tenía prisa, su enemigo no era gran cosa. Bajo su pelo negro azulado sus ojos dorados brillaban con la seguridad que da el saberse mas joven que el contrario. Pero sabe más el diablo por viejo que por diablo, y Marduk era más viejo que el diablo.

Ambos machos se miraron fijamente, comenzó entonces una danza lenta y sinuosa. Uno frente a otro, dando vueltas sin separar la vista del contrario. Ninguno atacó. Esperaban.

La esperaban a ella.

No era necesario pelearse por ella si ella no estaba.
De repente un efluvio llenó el aire. Un aroma seductor, lujurioso, tentador.
Ambos tensaron sus espaldas, prepararon su ataque, mostraron sus colmillos.

Ella había llegado.
Ella era hermosa, joven, apasionada y estaba dispuesta a aceptar en su interior al triunfador. Los miró altiva, dio tres vueltas sobre si misma y se sentó en el suelo. Esperando. Esperando a que se pelearan, esperando al vencedor.

Su enemigo atacó. Tensó sus tendones y saltó hacia su garganta. Marduk lo esquivó haciendo un giró imposible en el aire y cayó sobre él. Agarró con sus colmillos la nuca de su adversario mientras con sus garras rasgaba la piel que sujetaba sus músculos flácidos.

Era pan comido.

Sintió el sabor de la sangre recorrer su garganta a la vez que los alaridos de su enemigo se iban haciendo menos potentes. Soltó su agarre y esperó. Si su contrincante era listo se iría con el rabo entre las piernas y la cabeza tocando el suelo, sino… probablemente lo arrancaría el rabo y lo tiraría a las ratas.
Su contrincante fue lo suficientemente inteligente como para abandonar la pelea. Se marchó sin mirar atrás mientras ella posaba el su miraba desdeñosa durante apenas un segundo, luego giró sobre si misma y le dio la espalda al pobre inútil apaleado. Había perdido sus favores.

Marduk se acercó a la hembra. Su pelo gris le llamaba, su aroma cantaba en sus fosas nasales. Ella arqueaba la espalda mostrando su trasero, su sexo abierto y expectante.

Estaba lista y anhelante. Ávida de Marduck, de su pasión y desenfreno, de poseer su semilla en su útero.

La rodeó tres veces agradeciendo a la Luna su regalo y saltó sobre ella. Ella enseñó sus colmillos e intentó atacarlo.
Marduk la esquivó excitado y satisfecho, le gustaba pelear por el sexo, le gustaba que sus hembras lucharan contra el y le demostraran de que pasta estaban hechas.

Se enzarzaron en una danza violenta, en la que él intentaba tomarla y ella escapaba y atacaba. Enseñaron sus colmillos, se abalanzaron uno contra la otra, la sangre brotó de sus heridas hasta que Marduk consiguió engancharla de la nuca y ponerse sobre su espalda, ella siguió luchando hasta que sintió el pene rosado buscando su vagina, entonces se quedó quieta, agazapada.
Marduk la penetró de un solo empellón.
Ella gruñó.
Marduk apretó más los colmillos sobre el suave pelo de su nuca decidido a domarla.
Ella arqueó la columna vertebral ante la deliciosa presión.
Marduk onduló las caderas, entrando y saliendo de ella con rapidez hasta que sintió su semen salir de sus testículos y llenarla. Luego la soltó, ella se giró y le clavó las uñas en el cuello, Marduk se revolvió tirándola al suelo de un empujón.
El apareamiento había terminado. Se miraron fijamente. Ella bajó la cabeza acatando su fuerza, el se dio la vuelta y se marchó caminando con parsimonia por donde había venido.

Lo que tenía que hacer ya lo había hecho.

Regresó a su hogar, la comida estaba colocada en su plato, su cama estaba preparada. Se situó sobre su lecho, giro tres veces sobre si mismo y se tumbó.

-   ¡Mama! Ya ha vuelto Marduk. – gritó la voz de una niña – y está sangrando.
-   ¡Maldito sea! – exclamó la voz de una mujer – ¡dos semanas fuera de casa y mírate! Vuelves hecho unos zorros. Como te vuelvas a escapar te van a dar por culo, ¿te enteras cabronazo? Siempre igual, siempre pensando en lo mismo, ¿te crees que no se a donde vas?

Marduk ignoró a la mujer, estaba satisfecho, había tenido su noche de lujuria, no le interesaba nada más.
La mujer gritaría con en su idioma ininteligible y gruñiría, pero en cuanto se subiera a su regazo y la lamiera lo olvidaría todo.

Siempre sucedía lo mismo cuando abandonaba su casa. Al volver gritos y malas caras, pero en seguida volvían a caer bajo su hechizo.
No podían vivir sin el, sin cuidarle, sin adorarle, sin acariciarle.
Al fin y al cabo el era un macho muy macho, y los machos tenían sus necesidades. Si ella no podía complacerle, tendría que buscárselas en otro lugar.

-   ¿Ya ha vuelto el señoriíto? – se oyó una voz masculina.

El hombre  se agachó y le acarició entre las orejas, provocando que Marduk ronroneara.
-   ¿eres todo un semental, eh? Pues aprovecha ahora machote, porque mañana vas al veterinario a que te corten los cojones. A ver si así dejas de escaparte.

-   Miau. – maulló Marduk… No entendía el idioma de los humanos… sino, hubiera salido corriendo. 



De Noche Todos Los Gatos Son Pardos. 


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4 comentarios:

  1. Hija mía, al principio pensé que era una historia de vampiros o algo así.
    Toma, que me ha enganchado. jajajaja.

    Buenisimo, Nielia.
    Felicidades.

    Y besos

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  2. Diossss,etien!!! se me hace dificil llamarte por tu nombre,Noelia,ya q llevo muxo tiempo siguiendote,tus relatos,criticas,son impresionantes y siempre tienes en mi una seguidora,y ahora con tu libro en el mercado tendras una lectora tb en mi,ya q tu libro esta a puntito de llegarme y con mi humilde opinion,despues colgar la reseña en mi blog.

    Felicidades....Noelia!!!!!!!

    Un abrazo

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  3. gracias por vuestras palabras chicas... SOIS LA BOMBA!!!! me acabais de alegrar el dia, de verdad!

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