miércoles, 13 de abril de 2011

A+D: El oso y el madroño.

Os pego un poquito de uno de los capitulos de A+D (el 23 más exactamente), aún tengo que pulirlo un poco, pero la idea es esta:


Unos metros por encima del punto “Kilométrico Cero”, las manecillas del viejo y emblemático reloj situado en la Casa de Correos se desperezaron, se estiraron y recorrieron presurosas los segundos que las separaban de las cuatro en punto de la madrugada.
A pesar de la hora tan tardía, las calles que confluían en la Puerta del Sol mantenían su habitual trasiego de personas y vehículos. Los taxistas esperaban acurrucados en el interior de sus coches a algún cliente, los automóviles hacían sonar la bocina para “espabilar” al conductor despistado que se rascaba la nariz con el semáforo ya en verde, grupos de amigos caminaban tambaleantes buscando un lugar donde tomar la “penúltima” y,  mientras tanto, el Oso abrazado al pétreo Madroño, observaba perezoso a la pareja que se acababa de detener a pocos paso de él, al fin y al cabo, una estatua no tiene nada mejor que hacer que observar el paso del tiempo… y de la gente.
La muchacha, apoyada en el pedestal de granito, con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos, las manos en los bolsillos de su enorme anorak y la cabeza ladeada parecía escuchar distraída a su interlocutor, un joven rubio y de ojos claros que no paraba de gesticular divertido contándole alguna hazaña.
El Oso se sintió tentado de sonreír al ver a la chica apretar los labios para a continuación llevarse una de sus finas y pálidas manos a la cara y ocultar con ella un inmenso bostezo. Sí el hombrecillo rubio quería ligársela, iba por muy mal camino: la estaba aburriendo soberanamente.
La popular escultura, marcado punto de encuentro para la mayoría de los madrileños que quedaban en la Puerta del Sol, llevaba casi un siglo viendo pasar el tiempo bajo sus ojos, y no había podido evitar fijarse en una delgada muchacha pelirroja que siempre paseaba sola, con las manos en los bolsillos y la mirada alerta. Desde aquella primera vez en que se apoyó en su pedestal y suspiró, el Oso la había tomado cariño. Estaba tan sola como él, tan perdida y asustada. Y al igual que él, mostraba a todo aquel que quisiera verlo, una fortaleza pétrea que no se correspondía con la realidad solitaria y desamparada que habitaba en su interior.
El Oso clavó enfadado sus garras en el Madroño, o las hubiera clavado de no haber sido de piedra y bronce. Era la primera vez que veía a su adoradada pelirroja acompañada, y el joven que estaba con ella, no sabía, o no podía, ver en su interior; mucho menos disipar el vacío que la rodeaba, todo lo contrario, con su vacua conversación la estaba alejando más y más de él, haciéndola esconderse con más ahínco en su coraza de soledad y autosuficiencia. 

5 comentarios:

  1. Como siempre tan bien redactado que recuerda a poesía fina y llega al alma. Espero poder leerlo pronto y que sigas con la serie Alcorcón. Por cierto, una curiosidad, se sabe ya como va a ser la portada de AV, lo digo porque la de CLMO ya se sabe como es aunque no esté publicado, hay que saber como es AV para reconocerlo en las librerias, XD. Saludos

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  2. Ains... aún no la he visto. Me ha dicho la editora que ya está mas o menos perfilada, y que en cuanto la tenga me la pasa, y en cuanto me la pase, la cuelgo en el blog a bombo y platillo!!! uffff tengo unas ganas locas de verla!!! (ayyyy no me lo recuerdes que me muero de angustiaaaaa uf uf uf uf)

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  3. ¿El 23? ¿Ya? ¿Tu que quieres? ¿Matarme de impaciencia? Grrrrrrrrrrr
    Te daría besos, pero me lo estoy pensando....

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  4. ños Mamen, peor sería que me fuera por el 1... jjaja... además no sé si al final reagruparé algunos capis, en fin, ta todo muy en el aire... pero eso sí, yo ya estoy en modo "Ariel" y escribiendo... jeje

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  5. Jejeje... Menos mal que no soy un troll, Noelia.
    Gracias por compartir tus escritos. No sé cómo tienes tiempo para ser tan prolífica...
    ¡Un beso!

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Hola!