lunes, 13 de junio de 2011

Cuando la memoria olvida, Capítulo 1º

Cuando la memoria olvida
Noelia Amarillo



¿Cuántas veces la memoria olvida?
            ¿Cuántas veces los recuerdos no son reales?
            ¿Cuántas veces anhelamos que nuestra memoria se equivoque y borre actuaciones que nunca debieron existir?
            La memoria, esa parte intangible de nuestra existencia, revoltosa y mentirosa, sagaz y cruel, nos muestra día a día recuerdos que quisiéramos olvidar y olvida recuerdos que deberían permanecer por siempre en nuestras mentes.
            Esta es una historia sobre la memoria, porque como dice Jorge Luis Borges:

Somos nuestra memoria,
 somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos.




1


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barca


24 de febrero de 1991

Era un día de pleno invierno como otro cualquiera, hacía demasiado frío y el sol no se molestaba en brillar para calentar la tierra helada. Los relojes marcaban las cinco y cuarto de la tarde. Las escuelas habían cerrado hacía más de una hora, los comercios mantenían las puertas entornadas con las calefacciones encendidas a la espera del cliente despistado que saliera a la gélida calle a comprar; en las fábricas los trabajadores apuraban las escasas dos horas que quedaban hasta el toque de fin de turno, y todas aquellas personas que no se contaran entre las anteriormente mencionadas, se hallaban de manera cabal y coherente encerradas en sus acogedoras y cálidas casas buscando la comodidad del hogar.
Toda España refugiada en casa y huyendo del frío helador.
            ¿Toda? ¡No!
            Cuatro cabecitas asomaban tras unos arbustos de la plaza de la Constitución, en Alcorcón. Unos gemelos de opereta con más años que aumentos, pasaban de una pequeña mano a otra.
            —Pásamelos Pili, tía, que no me entero de nada –solicitó una cabeza rubia de pelo liso y bastante alborotado.
            –Te esperas Enar, que “El dandi” va a chutar, verás como mete gol –contestó excitada otra cabecita rubia, con el pelo ondulado e impecablemente peinado.
            –Pili está por Javi lala lalala –entonó la cabecita castaña de pelo cortado casi al rape por culpa de un ataque de piojos de la semana anterior.
            –Obviamente Luka. Y lo cierto es que no entiendo tanto afán por espiar a los chicos, no veo por qué no podemos jugar al fútbol con ellos directamente. –La voz de marisabidilla pertenecía a la última de las cabezas, adornada con dos coletas dispares de pelo negro y enredado que caía a trasquilones por debajo de los hombros.
            –No te jode la lista. A ti te dejan jugar porque corres más que ellos y siempre que chutas metes gol, pero a nosotras no nos dejan ni “hartos de grifa”, así que cierra la boca y punto. –Enar “Boca cloaca” siempre soltaba perlas por su ídem.
            Estos últimos comentarios ocasionaron, por enésima vez, roces encontrados. Por una parte Pili y Ruth y por la otra Enar. Luka en mitad del huracán intentó calmar los ánimos. Lo malo, es que como niñas de nueve y once años que eran, pronto los susurros enfadados se convirtieron en gritos que acabaron alertando al objeto de su atención. Al cabo de unos cuantos alaridos y bastantes tacos, una mano apartó las pocas hojas del arbusto que aún resistían al invierno y observó a las amigas discutir.
            –Ya están las mosconas espiando otra vez –comentó medio irritado, medio divertido, un chaval de ojos azules y pelo rubio cayendo sobre los ojos.
            –¿Qué te hace pensar que os estamos espiando? ¿Acaso no podemos jugar aquí igual que vosotros? No seas tan engreído Marcos, el mundo no gira alrededor de ti –contestó Ruth alzando su aristocrática nariz.
            –Ya está Ruth “Avestruz” con su charla –cortó Marcos enfadado. ¿Por qué Ruth no podía hablar como todo el mundo?
            –Vete a la mierda Marcos “Cara de asco” –soltó Luka enfurruñada mientras Enar reía y Ruth y Pili se ofendían.
            –¡Anda! Si estáis aquí chicas. –Javi “El dandi” se acercó a ver qué pasaba–. ¿Te apuntas al partido Ruth? –Todo el barrio sabía que Ruth “Avestruz”, aparte de un cuello larguísimo tenía un chute super potente.
            –¡Ves! –gritó Enar pateando el suelo y mirando a su amiga con envidia–. ¡Os lo dije! ¡Ruth, siempre Ruth!
            –Me apunto si jugamos todas –terció Ruth diplomáticamente, ignorando a Enar.
            –Vale –aceptó Javi de inmediato–. Pili viene en mi equipo.
            –Ruth, tú conmigo. –Marcos la agarró de la muñeca y se dirigió hacia el improvisado campo de fútbol en mitad de la plaza.
            –Pues yo paso. –Enar estaba enfadada, no le gustaba nada ser postre.
            –Vamos tía, que nos han dicho que podemos jugar, no lo fastidies ahora –rogó Luka siempre pendiente de su amiga más pequeña mientras las dos mayores se alejaban con los chicos.
            –Y una mierda “pinchá” en un palo. Javi hará ojitos tiernos a Pili –comentó pestañeando burlona y poniendo morritos–, y Marcos y Ruth discutirán por cada gilipollez que se les ocurra –dijo dándose la vuelta y yendo hacia un banco–. Ve tú si quieres, yo paso.
            –Bueno, vale. –La siguió Luka suspirando: hoy también se quedaba sin jugar.



Enar y Luka vieron el “partido” sentadas en el banco más pintarrajeado de toda la Plaza de la Constitución. Luka animando a sus amigas y Enar escribiendo tacos con un Bic en cada trozo de madera libre de dibujos.
            Efectivamente, Javi hizo “ojitos tiernos” a Pili, pasó por alto cada uno de sus fallos, que eran bastantes, y no se rió cuando una de las veces Pili resbaló y cayó de culo sobre la arena seca. Marcos y Ruth, por su parte, se enzarzaron en mil y una discusiones, todas sin sentido. Ambos eran los que mejor jugaban al balón en todo el barrio, los que corrían más rápido, los que más chutaban a meta… solo había una diferencia entre ellos: que Marcos no practicaba el juego limpio y Ruth por el contrario era incapaz de cometer una falta, la pillaran o no.
            Cuando dieron las seis de la tarde se despidieron unos de otros y se dirigieron a sus casas. Enar se quedó en la Plaza de la Constitución, ya que vivía justo allí. Javi acompañó, cómo no, a cada una de las chicas a su respectivo portal; al fin y al cabo ellos vivían en la plaza San Juan de Cobas. Marcos por su parte siguió camino hacia la Torre José Antonio en el “exclusivo” Parque Lisboa.


Enar “Boca cloaca” halló a su madre atareada con las mil y una tareas de casa mientras escuchaba la radio. Se dirigió a su cuarto y no se molestó en abrir la mochila para ver sus deberes. Eso no iba con ella. Cuando su madre la requirió para preparar la cena, la ignoró soberanamente. No había problema en hacerlo. Irene, era una mujer sosegada y tranquila, incapaz de decir una palabra más alta que otra y su padre estaba trabajando de sol a sol, como todos los días. Se recostó en la cama y soñó despierta… Cuando ella fuera mayor vigilaría atentamente a sus hijos y jamás les dejaría tanta libertad… pero mientras tanto… ¡Haría lo que la diera la real gana!


Luka “La loca” entró en casa corriendo y saltando, balanceando la mochila y poniendo en peligro adornos y personas al mismo tiempo. Recibió sendos besos cariñosos por parte de sus “acostumbrados–a–sus–locuras” padres y una vez en su cuarto sacó la libreta de los deberes… Mientras pasaba las hojas, pensaba en alguna que otra diablura que podría hacer a su hermano pequeño para divertirse. ¡Cuando fuera mayor inventaría tales bromas que entraría en el gran libro de los récords!


Pili “Repipi” llegó a casa escoltada por Javi. Siempre la acompañaba en último lugar, según él para aprovechar los bocadillos de sardinas que preparaba la madre de Pili; según la madre de ésta porque era un chico encantador que cuidaba de su hija; según Luka, Ruth y Enar porque “estaba por Pili”; y según Pili, porque eran grandes amigos… Solo el tiempo dirá quién tiene razón.
            Pili soñaba con un futuro cercano lleno de niños perfectos, que estarían acostados en sus impecables camitas de ositos, mientras ella esperaba a su marido bordando cuadros a punto de cruz… su marido por supuesto sería Javi.


Marcos “Cara de asco” atravesó el salón intentando pasar desapercibido, no le apetecía someterse al interrogatorio diario de su padre: ¿Te has portado bien en el colegio? ¿Has estudiado en la biblioteca?-en realidad la biblioteca significaba que Marcos había mentido como un bellaco y se había ido a jugar a la plaza– ¿Te has juntado con la gente adecuada? Pero parecía que hoy se iba a librar del tormento, Felipe se hallaba en su despacho creando su obra maestra.
            Su madre recostada en el sillón del comedor, se secaba los ojos con un Kleenex, inmersa en la última telenovela que hubiera grabado en video. Se sonó delicadamente antes de saludar a su hijo y preguntarle –por enésima vez– si algún niño se había portado mal con él. Marcos respondió que no, como siempre, y su madre soltó un suspiro desesperanzado, pues en su última telenovela el protagonista había sido vilipendiado de niño por ser hijo bastardo, y desde entonces vivía con la esperanza de que a su hijo lo trataran mal –más que nada, porque era imposible convertirlo en bastardo– y poder comportarse como la madre del sufrido protagonista… Marcos pensó en comentarla si no se había dado cuenta de que esa sufrida madre solo había durado cinco capítulos, los justos para que el protagonista se hiciera mayor, pero pasó del tema. Estaba demasiado acostumbrado a las rarezas de su progenitora como para dar pie a otra dramática escena. Se dirigió a su habitación, sacó los libros de la mochila y repasó sus estudios con la mente puesta en todos los países que visitaría y todas las fotos que haría cuando se convirtiera en un fotógrafo famoso del Nathional Geographic. Frunció el ceño al recordar que su padre se oponía terminantemente a ese sueño. Los únicos estudios que le pagaría serían los de una ingeniería, le dejaba elegir cual, pero tenía que ser ingeniero. ¡Para eso se estaba dejando un dinero en colegios privados! No para que soñara con animales repelentes y se mezclara con los niños pobretones y sin ambición de San José de Valderas.
            Sonrió para si mismo ¡Si su padre supiera que era justo con esos niños y en ese barrio donde mejor se lo pasaba, le daría un ataque! Recordó en ese instante a Ruth y su panda; les habían seguido a él y a Javi hasta la plaza “la Consti”, y luego les habían espiado (como casi siempre) con los gemelos hechos polvos de hace mil años. Aunque no quisiera admitirlo, le gustaría ser el centro de atención de Ruth “Avestruz” igual que Javi lo era de Pili “Repipi” en fin...
            Las palabras de su padre volvieron a sonar en su mente mientras él negaba con la cabeza. Ruth no era pobretona y por las notas que sacaba, las más altas de la clase, quedaba claro que tenía ambición y afán de superación, aunque si tenía que ser sincero… Recordó cómo vestía esa misma tarde, con los pantalones que ya le iban quedando cortos por encima del tobillo, la sudadera grande para que le durara un par de años, las coletas medio deshechas, un lazo firme todavía en la coronilla y el otro resbalando por la nuca, la cara pintada de bolígrafo y los dedos negros de la mina del lápiz. Corriendo como un rayo tras el balón y chutando a puerta con tal potencia, que el portero, Carlos el “Cagón”, en vez de intentar parar el balón se quitaba de en medio. Sonrió divertido, corría casi tanto como él –jamás confesaría que corrían igual de rápido–, saltaba tan alto que tocaba el techo del ascensor, escalaba árboles como una lagartija y… hablaba de tal manera que no había Dios que la entendiera. ¡Mierda! Les hacía parecer idiotas a todos cuando empleaba su tono de “yo lo sé todo y tú no sabes nada”, aunque según Javi, eso gustaba a los profesores, pues sus notas no bajaban nunca del sobresaliente. Frunció el ceño irritado. Sus mejores amigos, Javi el “Dandi” –jamás llevaba la ropa descolocada– y Carlos el “Cagón” –le habían puesto el mote por razones obvias–, iban al colegio público San José de Valderas al igual que las mosconas. Pili “Repipi”, que era… repipi, Ruth “Avestruz”, con su cuello muy largo, Enar “Boca cloaca”, la niña que más tacos decía de todo el barrio y por último Luka la “Loca”, la persona que podía hacer realidad hasta la travesura más descabellada…


Ruth entró en su casa y saludó con un beso en la mejilla a Ricardo. Su padre era un hombre inmenso, de anchos hombros y barriga tremenda. Era el zapatero remendón del barrio y Ruth estaba orgullosa de él. Cualquiera podía vender unos zapatos, pero su padre no solo los vendía, sino que arreglaba cualquier bota, botín, manoletina o zapatilla que estuviera rota, poniendo tapas, abrillantando, cosiendo y tiñendo si era necesario. Y eso era un arte.
            Sus hermanos Darío y Héctor, que estaban en el salón jugando con las construcciones, se levantaron al verla entrar y corrieron a darle varios besos y a rebuscar en sus bolsillos –Ruth siempre encontraba las mejores chapas– hasta que localizaron dos de tónica y tres de coca cola. Tras conseguir su premio se agacharon en la alfombra a disfrutarlo. Con hojas de periódico enrolladas sobre sí mismas habían montado una estupenda carretera para el circuito de chapas. Un libro abierto por la mitad y boca abajo hacía las veces de puerto de montaña y un trozo de papel de plata hacía de río a saltar. Ruth los observó recortar las cabezas de los cromos de la vuelta ciclista a España del año pasado y ponerlos en las nuevas chapas y luego, dio comienzo la carrera, momento que aprovechó para sentarse en el sillón al lado de su padre.
            –¿Cómo lo ves, papá?
            –Pues no lo sé, cariño –contestó acariciándole las coletas desparejadas–. El negocio está flojo, pero imagino que saldremos adelante como siempre.
            –Seguro que sí, papá. No todo el mundo puede comprarse zapatos nuevos cuando lo único que necesitan los viejos son tapas y un poco de tinte.
            –Por supuesto, cariño, por supuesto –contestó abstraído su padre besándola en la frente.
            Al cabo de un momento se dirigió al baño y se duchó. Luego preparó el baño para sus hermanos pequeños, y con algún que otro pescozón logró convencerlos de los beneficios de una buena higiene. Cuando los hubo dejado en la bañera, con una esponja bien llena de jabón a cada uno y la firme promesa de frotarse codos y rodillas, se fue a la cocina. Ricardo ya había comenzado a hacer la cena, así que ella fue sacando las viandas que compondrían el cocido del día siguiente. Esa era más o menos su rutina diaria. A la salida del colegio recogía a sus hermanos e iban los tres a por la merienda que su padre tenía guardada bajo el mostrador de la zapatería, dejaban las mochilas en la tienda y comían su bocadillo sentados en un banco de la plaza. En días normales, los tres se quedaban jugando hasta las seis y media: Ruth vigilando a sus hermanos, y éstos buscando modos de burlar su vigilancia. Luego subían a hacer los deberes y cuando su padre entraba en casa tras cerrar la tienda, ella se duchaba mientras Ricardo corregía los deberes a los pequeños. Preparaba el baño para ellos y los ponía en vereda, para a continuación ayudar a su padre con la cena y la comida del día siguiente. Ponían entre los dos la lavadora, tendían o recogían la ropa y vuelta a por sus hermanos. Cenaban y a dormir.
            Ruth adoraba a su padre. Estaba convencida de que era el mejor padre del mundo. Del universo. Apenas se acordaba ya de su madre… un arrullo dulce, el aroma a jabón de lagarto en sus manos, el pelo suave que ella peinaba una y otra vez con su cepillo de juguete… poco más. Una foto en blanco y negro era la única imagen que tenían de ella. Se acercó a la habitación de matrimonio antes de irse a la cama y cogió el retrato que siempre estaba en la mesilla de su padre, en él se veía a una mujer rubia, delgada y bajita, con una sonrisa preciosa en los labios, vestida de novia. Ricardo la abrazaba por la cintura mientras la miraba tan absorto como ella a él. Exudaban felicidad en cada uno de sus gestos. Felicidad que se truncó demasiado pronto. Justo después de tener a Héctor, enfermó y lo que era un catarro normal y corriente se trocó neumonía mortal. Dejó un marido desolado y tres niños que tuvieron que aprender a vivir sin ella de repente. Ruth se convirtió en “madrecita” con siete años, Darío en hermano mayor con cuatro y Héctor fue nombrado “quitapesares” oficial de la casa. Cuando alguien de la familia sentía que la tristeza se instalaba en su pensamiento, que el desasosiego hacía presa en su corazón, cogía en brazos al bebé, ese bebé de pelo rubio tan parecido a su madre, con esa sonrisa adorable y esas manitas regordetas, y se consolaba pensando en que parte de María estaba con ellos. Héctor era la viva imagen de su madre, al contrario que Darío y Ruth, que con el pelo negro como la noche y los ojos miel, eran clavados a Ricardo.
Ruth dio un beso al retrato y se fue a la cama pensando en que cuando fuera mayor sería una gran escritora y escribiría un libro dedicado a mamá. 

14 comentarios:

  1. Hola Noelia, que digo yo...que se te ha olvidado colgar el resto de los capítulos. (jajajaj, ¿¿¿cuela???).
    Esperaremos al día 20, besotes.

    ResponderEliminar
  2. Madre mía Noelia, es genial, divino, impresionante... Sin palabras y a la vez con tantísimas que decir. Estoy deseando leer este libro, vaya primer capítulo más requetencantador. Tiene todo lo que a un buen primer capítulo se le puede pedir, un escena muy buena al comienzo y después una presentación entretenida de cada uno de los personajes. Una tontería que he apreciado(que es una chorrada total,no t enfades)solo es en la frase "Marcos pensó en comentarla..."q creo que sonaría mejor comentarle, aunq el laísmo puede quedar caracterizador de Marcos.
    El capítulo está genial, me encanta como escribes, estoy deseando leer el libro.

    ResponderEliminar
  3. Luna: Jajajaja, pues no, no cuela... pero si pinchas en etiquetas "Cuando la memoria olvida" verás mas cositas... y mmm... no sé si sabes que soy MUY puñetera... jeje... y hace algún tiempo me dio por colgar un pequeño diario del prota de esta novela, Marcos, en este blog... pero no lo colgué con su nombre sino con su apellido "Sierra"... no es difícil de encontrar... está tambien en "etiquetas" jeeje

    Hada: Hola preciosa, ainssss el laismo es característico mio, uffffffff, soy Madrileña y es uno de los grandes defectos de los que adolezco, soy incapaz de hacerlo bien argghhh!!! y mira que lo intento (me pasó una amiga un breve esquema de las preguntas que hacer para ver si tenía que ir la o le, pero hija, me hago mas lío todavía, soy incapaz de verlo uffffff) sorryyy!!!!!

    ResponderEliminar
  4. pues yo pienso que esta genial los personajes asi se hacen más reales y autenticos , la jerga de cada parte de españa es diferente , y aunque sean palabras que estén mal dichas se entienden, los andaluces utilizan un dialecto propio igual que los navarros hay palabras que solo se dicen alli y otras que solo se dicen acá en eso está la magia de viajar en este caso con los relatos y conocer las culturas de otras provincias a mi me encanta que utilices tu propia verborrea jajajaja

    ResponderEliminar
  5. Jajajaja, Nekane, te aseguro que yo utilizo mucho (en exceso) mi propia verborrea jajaja, pero una cosa son las "frases típicas" de cada provincia y otra muy distinta dar "coces" al diccionario, el "laismo" es una incorrección lingüística, y como tal hay que tratarla. Reconozco que a mí esto del laismo me suena medio a chino y me cuesta muchísimo asimilarlo, pero de la misma manera, a mi hija le cuesta muchísimo asimilar que tiene que poner una "h" al principio de ciertas palabras, aunque esta "h" no suene ni según ella, sirva para nada. Por tanto de la misma manera que yo la regaño a ella por no poner esa "h", necesito; es más, DESEO que me corrijan a mí cuando meto la pata, es la única manera de aprender. :-)
    1 besote guapísima!!!!

    ResponderEliminar
  6. Yo también pienso que puede quedar muy bien como caracterizador de los personajes, ya que son también madrileños y como bien dice Nekane, se entiende perfectamente. Así que no tienes que excusarte por nada, está estupendamente de las dos maneras. Te tiene que gustar a ti como quede, porque a nosotras nos va a gustar igualmente. Un besote guapa

    ResponderEliminar
  7. Juas, Hada, Nekane, ambas sois unos SOLES!!!!!!!

    ResponderEliminar
  8. ahi le has dao hada fitipaldi totalmente deacuerdo contigo un saludo guapa , ves noelia, asi es como nos gusta que escribas siendo tu misma no hay nada de malo en ello y no pienso que nadie pueda sentirse ofendido por meter algun "laismo " que es donde radicaria el problema dicho sea de paso yo no tenia ni pajolera de lo que queria decir jajajaja gracias por la aclaracion a esta bruta, tu si que eres un sol un besazo y sigue siendo ase de autentica

    ResponderEliminar
  9. creo que tambien me quedare con la ganas de leer este ....no es justo...que tus libros lleguen a chileeeeee!!!

    ResponderEliminar
  10. Nekane; Juaaaa "bruta" es MI segundo nombre, no te lo apropies!!! jajaja, yo tampoco sabía lo que era el laismo hasta que empecé a escribir (ahora sé exactamente que es el laismo: MI PESADILLA!!! jajajajaja)

    Saoricl: Ainsssss, nada me gustaría mas que mis libros llegaran no solo a Chile sino a Argentina, Mexico... y sobre todo que fuera reciproco, me encantaría poder tener entre las manos los libros que se publican en Latinoamerica. Es una verdadera lástima que hablando el mismo idioma no podamos leernos!!!!

    ResponderEliminar
  11. madre mia, ya lo tengo encargado para cuando salga a la venta, estoy deseando leerlo... uis

    ResponderEliminar
  12. En todo caso para eso están los correctores ¿no?
    a lo que iba, ya decía yo que el Marcos este me había llamado mucho la atención en falsa apariencias genial Noelia.

    ResponderEliminar
  13. Laísmo???? Primera vez en mi vida que lo escucho (bueno ... Leo),
    pero bueno, si hay alguna falla en tus libros, creeme, me sumo tanto en ellos que ni cuenta me doy de que existen.

    Este primer capítulo se ve divertido, promete mucho!!! Espero poder encontrarlo aquí en Chile.

    Me encantó Falsas apariencias, y aún busco ardiente verano (dicho sea de paso el primer capítulo está como para tomar una buena ducha despues de leerlo).

    Éxito en todos tus Proyectos, y sigue entregandonos tan buen trabajo.

    ResponderEliminar

Hola!