¡Eh, tú! Sí, Tú.

Antes de nada, quiero explicar que no me ha pasado nada, que nadie me ha golpeado ni yo he atropellado a nadie...

Hace unos días que ha empezado el cole, y estoy hasta las narices de que los papás lleven a sus hijos al colegio y aparquen donde les sale del fandango... el otro día me pillo rebotada y escribí mi frustración... y una cosa llevó a la otra... y bueno, ya me conocéis, me enrollo como las persianas.

Besotes.

¡EH, TÚ! SÍ, TÚ.

¡Eh, tú! Sí, tú. Te informo de que pago mis impuestos igual que tú, por tanto la carretera no te pertenece. Su uso y disfrute no es de tu exclusividad.

¡Eh, tú! Sí, tú. Entiendo que tengas prisa, yo también la tengo, pero no por eso tienes derecho a jugarte MÍ vida con tu loca carrera. Puedes probar a salir un poco antes de casa, así, a lo mejor, no llegas tarde al trabajo, al colegio o a tu cita. Siempre es mejor perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto.

¡Eh, tú! Sí, Tú. Comprendo que a veces no es fácil encontrar un hueco para aparcar. A mí también me pasa. Pero debes entender que si estacionas tu coche en doble fila, impides la salida de los vehículos que sí están aparcados correctamente, por tanto, si lo haces, no te vayas a tomar “algo” al bar de la esquina. Aunque estés aquí al lado, yo no tengo porque tocar el claxon y esperar a que te dignes a hacer acto de presencia y quites tu coche de en medio. No hagas a los demás no que no te gusta que te hagan a ti.

¡Eh, tú! Sí, tú. Sé perfectamente que sólo vas a tardar un segundo en comprar el pan... o dejar al niño en el colegio... o a hacer lo que precises hacer. Asumo que es tontería buscar un aparcamiento durante media hora para estacionar sólo un segundo. Pero si aparcas sobre un paso de cebra durante ese segundo de nada, me impides pasar. Soy una persona relativamente joven, y puedo, sin apenas problemas, aposentar mi esplendido trasero sobre el capó de tu coche y dar un pequeño salto que me lleve a la seguridad de la acera. Pero si soy una persona mayor, ese salto puede acabar en un golpe con repercusiones importantes en mi salud. Si soy una mamá que lleva a su bebé en un carrito, me es imposible volar por encima de tu coche con el carrito, más que nada porque no tengo alas. Quizá deberías ponerte en mi lugar, así verías el mundo desde mi perspectiva y te fastidiaría tanto como a mí encontrar un coche aparcado en el único lugar por donde puedo atravesar el asfalto.

¡Eh, tú! Sí, tú. Cuando vas conduciendo tu coche, eres más grande que yo, un simple peatón, más fuerte, más veloz, más peligroso. La carretera es tuya. ¿Toda? NO. Toda no. Hay unas pequeñas zonas, marcadas con rayas blancas alternas, llamadas comúnmente pasos de cebra. Esos estrechos senderos que atraviesan el asfalto a intermedios más o menos regulares en todas las ciudades, son MI territorio. Si me ves al pie de uno de ellos, por favor, no me mires mal, ni aceleres, ni te quejes entre dientes porque te toca parar y yo no cruzo con la suficiente rapidez o me quedo inmóvil esperando a que detengas por completo tu vehículo. Como he dicho antes, eres más grande, más rápido y más fuerte... y si me atropellas me puedes hacer mucha pupa, por tanto es normal que no me fíe del todo de tus buenas intenciones hasta que vea que son una realidad. Entiendo que es un rollo andar parando y esperando a que yo cruce, sobre todo cuando tú estás a resguardo del frío y de la lluvia en invierno, y fresquito con tu aire acondicionado en verano. Pero... Yo también tengo derecho a ir de un lado a otro por la ciudad. No eres el único.

¡Eh, tú! Sí, Tú. Cuando en una calzada hay coches aparcados en segunda fila o simplemente las furgonetas y monovolúmenes no te otorgan buena visibilidad, si ves una señal triangular con un muñeco negro paseando sobre unas rayas, estás en presencia de los mencionados pasos de peatones. Te juro que yo voy a mirar por donde me ando, pero tú, a tu vez deberías circular con precaución, más que nada porque yo, al igual que tú, me puedo despistar... y más nos vale a los dos ser precavidos.

¡Eh, tú! Sí, tú. A mí me encanta salir con los amigos. Como todo hijo de vecino me lo paso pipa tomando unas cervezas y echándome unas risas. Pero, hemos de ser consecuentes. Si vas a ir de fiesta, tienes dos opciones, o no bebes o no conduces. No hay otra. Entiendo que es una putada salir de marcha y tener que reservar parte del capital para luego coger un taxi, o tener que convencer a uno de la pandilla para que no beba y que sea él quien conduzca. Pero... sinceramente, más putada es perder el control de uno mismo, y por ende de nuestro vehículo, y jugarte la salud e incluso la vida por pasar un rato de juerga. Es más, si quieres que te sea franca, me importa un pimiento si te pones como una cuba y te estrellas contra una farola, siempre y cuando vayas tú solito en el coche y acabes tú solito con tu salud... si te quieres joder la vida, no cuentes conmigo... jodetela tú solo. Así qué, en serio, si vas a beber y luego pretendes conducir, hazme un favor: bebe hasta quedar inconsciente y duérmete sobre la barra del bar. De está manera, tú te levantaras al día siguiente con una resaca de impresión y una tortícolis de caballo, pero no habrás tenido oportunidad de acabar con mi salud o mi vida.

¡Eh, tú! Sí, Tú. Hay ciertas cosas que valen para todo el mundo, que en todas partes son iguales. Da igual que estés en España, en Argentina, en Egipto, o en Italia. No obstante como yo resido en España voy a transcribirte, literalmente, la ley.

REGLAMENTO NACIONAL DE CIRCULACIÓN VIAL

DECRETO: 118/984 de 23/III/984 y modificativos.

(Actualizado abril de 2009)

Art. VI - 13: Las señales luminosas de regulación del flujo vehicular (aquí entran los semáforos, por si no has entendido bien la definición) podrán constar de luces de hasta tres colores con el siguiente significado:

1. Luz roja continua: indica detención a quien la enfrente. Obliga a detenerse en línea demarcada o antes de entrar a un cruce. (Lo cual viene a decir, que te tienes que parar hasta que cambie la señal, aunque tengas prisa!)
2. Luz amarilla o ámbar continua: advierte al conductor que deberá tomar las precauciones necesarias para detenerse a menos que se encuentre en una zona de cruce o a una distancia tal que su detención coloque en riesgo la seguridad del tránsito. (Vamos, que a no ser que estés en mitad del paso, te tienes que detener, te pongas como te pongas, no vale acelerar... no señor. Te paras y punto.)
3. Luz amarilla o ámbar intermitente: los conductores podrán continuar la marcha con las precauciones necesarias. (Por precauciones se entiende, que sí estoy cruzando, esperes un segundito a que acabe de pasar y no me atropelles, ni me pites, ni me amenaces. Gracias)
4. Luz verde continua: permite el paso. Los vehículos podrán seguir de frente o girar a izquierda o derecha, salvo cuando existiera una señal prohibiendo, tales maniobras. (Hala, ya puedes tirar millas, nada te impide pasar... ¿A qué no has tenido que esperar tanto?)

Así que tras esta lección magistral de conocimiento de las leyes (no te creas, lo he tenido que buscar, no me las sé al dedillo) creo que queda claro, que tanto tú, como yo, tenemos ciertos deberes, porque... efectivamente, los colores indican y obligan a lo mismo, seas peatón o seas conductor.

Hay mil cosas más que querría decir, pero creo que básicamente esto es lo más importante. Tanto si eres peatón como si eres conductor, por favor, ten cuidado.

Seamos consecuentes con nuestros actos. Nos va la vida en ello.