Prometí que escribiría alguna cosita sobre mi relato en la antología “Sueños de Navidad” de la editorial La Máquina China, pero ains, llevo todo el día con cantidad de jaleo ufff, y hasta ahora mismo no me ha dado tiempo a ponerme al ordenador, pero eso sí, ahora mismo, os cuento, jeje.
La Navidad es una de mis épocas favoritas del año.
Disfruto enormemente paseando con mis hijas por las calles iluminadas de mi ciudad, y si hay algo que me gusta especialmente, es visitar Cortylandia. Parecerá una tontería, y seguro que a aquellos que no sois de Madrid esto de Cortylandia os suena a chino…
Cortylandia está ubicada en la fachada de un Corte Inglés de Madrid, muy cercano a Sol. Todos los años por Navidad, montan un decorado que ocupa toda esa fachada y le dotan de luz y sonidos. Cada año es distinto, pero siempre hay muñecos parlanchines que cantan una canción… la canción de Cortylandia.
"Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar, alegría en estas fiestas porque ya es Navidad"
Cortylandia es un altar al consumismo. Los papás llevamos a nuestros retoños allí, vemos la función (la hay cada media hora durante toda la Navidad) y luego entramos en el CI y nos dejamos los cuartos en juguetes con los que apenas jugaran… pero…
Yo tengo una “muy mejor amiga” Pili.
Pili tiene una hija de 5 años, yo tengo dos niñas de 7 y 11… y todas las navidades quedamos un día entre semana, nos llenamos los bolsillos de monedas (de poco importe, no está el horno para bollos) y nos vamos en Renfe hasta Sol (vivimos a unos 25 minutos de Madrid), paseamos con las niñas por el centro de la ciudad, vemos los espectáculos callejeros, echamos algunos céntimos a los “mimos” para que asusten a las crías, buscamos un Papa Noel o un paje de los Reyes Magos y le entregamos las cartas de nuestras hijas (previamente copiadas por nosotras, para saber qué comprar) y luego, sip, vamos a Cortylandia a cantar la canción, bailar y dar palmas al ritmo de la ilusión de todos los niños allí reunidos. Cuando acaba el espectáculo nos vamos corriendo (para evitar la tentación de entrar a comprar y gastarnos lo que no tenemos) y bajamos andando hasta Príncipe Pio (una caminata de 15 minutitos) allí nos tomamos algo en el burguer y ya finalizada la tarde, regresamos a casa en autobús.
Sé que así contado parece una tontería, que no es nada del otro mundo, pero… ese día que salimos las cinco mujeres de dos generaciones distintas, es uno de mis días favoritos del año… y casi estoy por decir que uno de los más especiales.
Salimos de casa a las cuatro de la tarde y cuando regresamos son casi las nueve… ufff. Cinco horas perdidas en Madrid y medio muertas de frio, pero tan felices que no hay dinero que pueda comprar los recuerdos que guardamos año tras año de ese día… y ya van para once años!!! (Desde que mi hija cumplió un año, y como nuestros maridos estaban currando, Pili y yo nos decidimos a hacer nuestra primera excursión)
Entre propinas a los “mimos”, transportes, y cena en el burguer (porque la merienda la llevamos en las mochilas a nuestra espalda) no llegamos a gastarnos más de 30€ entre las cinco… Cinco horas repletas de alegría, felicidad, fantasía, sueños, emoción y buen rollo en compañía de mi mejor amiga, su hija y mis hijas por solo 30€… ¿Alguien puede obtener más por menos?
Creo sinceramente que el espíritu de la Navidad se pierde entre cenas especiales, comidas carísimas, regalos de última moda, y nervios porque esté todo perfecto.
El espíritu de la Navidad es ese paseo que doy con mi amiga y las niñas. Es reunirme en casa con mi familia, con mis primos, con mi gente.
El espíritu de la Navidad es que un niño recién nacido sea adorado en un pesebre por pastores que NO tienen nada.
El Espíritu de la Navidad es fantasía, ilusión, sueños cumplidos, y amor. Y eso es lo que cuento en “El corazón de una estrella”.
Repito las premisas que sigo en todos mis libros en este relato.
Gente normal y corriente (menos Sirius que es una estrella, pero aún así, también sigue mis premisas), personas como nosotr@s, que disfrutan de las pequeñas cosas de la vida, que andan cortos de dinero, que tienen un sueño y lo quieren cumplir…
El próximo martes, más!
(Pdta. Sip, Cortylandia sale en mi relato jejeje)
La primera vez que vi Cotylandia me quedé estupefacta. "¡Hay que ver lo que inventa el hombre blanco!", me dije. Pero allí me quedé parada, soñando con regresar a la infancia más infancia. Me enternece la capacidad de las personas para emocionarse con las cosas más tontas y saber disfrutar con lo mínimo. Me maravilla encontrarme con gente que no olvida los momentos mágicos que vivimos, solos o acompañados. A todas ellas, ¡Bienvenidos al grupo de los que no han perdido la ilusión!Lydia Leyte
ResponderEliminar