El viernes viajé en Tren hasta Talavera de la Reina y sufrí overbooking…
Llegué a Atocha a las seis y media de la tarde para montarme en el tren dirección Talavera que salía a las 19:09 (no sé porque cojones lo ponen tan exacto si luego no cumplen los horarios… pero bueno, así son las cosas) con asiento reservado (y pagado) en el coche 3, asiento 138…
A las 18:40 pasé por control de viajeros y me enviaron al anden 4 (a mí y a cien personas más)… Había una pelotera formada en el anden 4 que ni os podéis imaginar, estábamos los de Talavera, los de Mérida, los de Plasencia y justo al lado (anden 6) los de Valencia y Alicante… Era un verdadero Caos, maletas por todos lados, niños intentando soltarse del amarre de sus padres, viajeros perdidos preguntando por tal o cual tren… impresionante… en serio… digno de un sketch de José Mota.
A las 19:01 sonó el típico “Ding Dong Dang” que avisa de un anuncio en renfe y todos prestamos atención: “El tren con destino Talavera de la Reina está efectuando su entrada en anden 10”
¡En anden DIEZ! ¡Coño! ¿Pero no era el CUATRO? A ver, no es por nada… pero el cuatro está al principio y el diez es el último… Y solo quedan ocho minutos para que el tren (supuestamente) se ponga en marcha… ARGGHHH Si ya había jaleo, en ese momento fue la apoteosis… Los cuatro jinetes del Apocalipsis no son Hambre, Peste, Guerra y Muerte… que vaaaaaaa… eso son los antiguos… los 4 jinetes del Apocalipsis modernos son: Prisa, Desorientación, Nervios y “que apartes la puta maleta o te la aparto yo, coño” (frase textual de un “señor” a una señora que estaba medio perdida entre el caos)
Entre empujones, sobresaltos y malos modales varios, todos los viajeros conseguimos llegar al anden 10 a tiempo… a partir de aquí ya no deberíamos tener problemas, era solo entrar en nuestro coche y sentarnos… ILUSOS
Bien, mi coche era el TRES… así que me pongo a mirar los letreros luminosos… el coche UNO, el coche DOS… y yo pensando, pues entonces el siguiente es el tres… pues NO. El siguiente era el coche UNO… y el último era el coche DOS. ¿Eing?? ¿Me lo explique??? Hice el recorrido a la inversa por si se me había ido la cabeza mirando los números… Uno, Dos, Uno, Dos… No. Había. Ningún. Coche. TRES… o eso, o el tipo que ponía los cartelitos no había visto Barrio Sésamo el día que Súper Coco explico el tema de las series numéricas… ya sabéis… primero el uno, luego dos y después… SIIIII el TRES!!!
Y allí estaba yo (y más gente… todos los del coche tres y cuatro) más perdidos que una aguja en un pajar, a punto de dar las 19:09 y sin saber donde coño meternos… que queréis que os diga, me entró el pánico… mi marido me iba a buscar a Talavera, yo estaba como loca por llegar y ver a mis niñas y en el puto tren no estaba MI coche. ¡Hay que joderse! La gente a mi alrededor estaba de muy, pero que muy mala hostia… un pobre muchacho vestido con el uniforme de la renfe intentaba explicar lo que pasaba a la vez que parecía mirar el suelo por si veía un hueco en el que esconderse y el “Ding Dong Dang” de los huevos avisaba de que el tren con destino a Talavera de la Reina iba a efectuar su salida… ¡Ay mi madre! Entre gritos indignados, abucheos varios e imprecaciones de muy poco gusto, logré escuchar al operario de renfe decir que nos montáramos en el segundo coche uno, que era en realidad el Tres y que si encontrábamos asiento nos sentáramos directamente… ¿Eing? Como que si encontrábamos asiento??? YO había pagado mi asiento!! Comencé a indignarme y estaba a punto de dejarme llevar por los sentimientos de la turba que me rodeaba, cuando una señora mayor, bastante acojonada la pobre, me tiro de la camiseta y me dijo “joven, sabe usted que está pasando… yo voy en el coche tres y no lo encuentro”… fue mi tabla de salvación, mis ideas se aclararon, la agarré de la mano sin decir esta boca es mía y la llevé conmigo hasta el supuesto coche Tres… la buena mujer llevaba una maleta que era más grande que ella, así que la ayude a subir, cogí su maleta y mi mochila y nos metimos dentro… la señora me explicó que tenía el asiento 136 (cosas de la vida, dos menos que yo) y me dispuse a buscar nuestros asientos con ella pegada a mi espalda… nos surgió otro problema… el coche solo tenía 126 asientos… ¿COMOOOO? Sentí que mi mente se calentaba de mala manera… apreté los dientes para contener mi mala hostia y justo cuando pensaba que no iba a conseguirlo, la buena mujer habló: “Ay hijita… ¿y ahora que hacemos?” la miré y me di cuenta de que mientras que yo estaba con un cabreo impresionante ella estaba realmente perdida, que mientras yo tenía ganas de matar a alguien, ella tenia miedo de que la echaran del tren… así qué di media vuelta, vi dos sitios libres, la agarré de la mano otra vez, la senté en el que estaba al lado de la ventanilla, coloqué su maleta (debía llevar piedras dentro la buena mujer) en la parte de arriba junto con mi mochila y me senté a su lado, en el asiento que daba al pasillo… en el 86.
-hijita, estos no son nuestros asientos –me dijo la pobre en voz muy bajita.
-Ahora sí –respondí yo.
-Pero… y si nos dicen algo… -preguntó medio asustada la señora.
-Que se atrevan –afirmé yo.
Ella me miró, y creo que por primera vez me vio realmente. A ver, soy alta, 1.72, estoy muy gorda, (talla 56) tengo muchas ojeras, y cuando me lo propongo, gasto una cara de gangster acojonante. Sonrió, me dio un par de palmaditas en la mano y comentó:
-Yo voy a Navalmoral ¿Y tú?
- A Talavera.
-Entonces, seguro que voy a ir todo el viaje sentada –afirmó sonriente.
Y así fue, no hubo cojones a levantarnos…
Más tarde me enteré de que no habíamos sufrido overbooking, sino negligencia elevada a la máxima potencia. Había un asiento para cada billete vendido (siempre que ocuparas el coche que te correspondía) y que el tema estaba en que el tren venía de no sé donde, lleno hasta los topes y que en Atocha se vaciaba… pero que como no se podía vender dos veces el mismo billete, habían vendido el doble de billetes… a ver, la gente que se bajó en Atocha tenía hasta el numero 126… los que subimos teníamos a partir del 128… pero nadie sabía eso… y claro, se montó la de Dios es Cristo.
En fin, pasé un viaje agradable en compañía de la anciana que había tomado bajo mi ala… y la verdad es que le estoy muy agradecida de que me hubiera tirado de la camiseta a mi y no a otra persona… porque cuando eres tú contra el mundo, las cosas parecen más complicadas, te dejas llevar por el mal genio y en vez de conseguir soluciones acabas pegándote con quien menos lo mereces (el pobre revisor de la renfe en este caso) pero al tener a alguien que está más perdido y más asustado que yo, recapacité y no me dejé llevar por la ira… creo sinceramente que si esta buena mujer no hubiera llamado mi atención me hubiera quedado en tierra despotricando y cagándome en todo lo cagable, en vez de hacer lo que hice… solucionar la situación por mis propios medios.
Llegué a Talavera con un cuarto de hora de retraso y allí estaba mi maridin, esperándome… más guapo y saleroso… ains… lo que con capaces de hacer dos semanas sin ver a tu hombre! Por poco me lo como a besos en medio de la estación!! Me dio una alegría tremenda verlo tan apuesto y tan alto, tan rubio, con su pancita, su barba de medio mes, sus pantalones caídos (tiene poco culete el pobre) en fin… la distancia embellece a las personas… jis, porque él también se me comía con la mirada (y no soy nada del otro mundo… juas) Nos montamos en el coche, nos fuimos al pueblo, y nada más llegar baje corriendo a la Soledad (el Parque) a ver a mis niñas… ainssssssss que cositas más bonitas, más preciosas, más cariñosas, más… pasotas!!! Grrrrr me dieron un par de besos, me pidieron un euro cada una y se largaron a comprarse una bolsa de patatas fritas para comer con su panda de amigas… sniffff… Yo que voy al pueblo a verlas, única y exclusivamente, que las he echado de menos hasta casi morir… y ellas que me dan un solo beso y me piden dinero… DE DESAGRADECIDOS ESTÁ LLENO EL MUNDO!!! Aunque… solo tienen 6 y 10 años y se lo estaban pasando de vicio con sus primas cuando llegué al parque… cuando regresamos a la casa, ahí, ya sin interferencias, me comieron a besos (con dos horas de retraso grrr)
Tengo que reconocer que no lo he pasado nada mal este fin de semana… si es cierto que no he estado tan a gusto como en mi propia casa, pero bueno… es era algo muy, muy difícil de conseguir.
He pasado ratos estupendos con mis niñas y mi marido, he estado a gusto con mi suegra, mis cuñados y mis sobris en casa… me he “perdido” en mi habitación en momentos específicos, y en definitiva ha sido un buen fin de semana… y esto ha sido así gracias a mi maridisimo (al final he decidido no torturarle… por el momento jajaja)
El pueblo está en fiestas, y yo odio las fiestas!! Así que cuando llegué lo hice mentalizada de sonreír a diestro y siniestro y capear el temporal como fuera… pero mi marido ya había pensado en todo.
Por las noches, por supuesto, nos íbamos a la Soledad en medio de todo el sarao… el baile, la feria, los puestecillos… en fin, horroroso… pero no tanto como otros años, porque esta vez, en lugar de estar sentados en la terraza del kiosco, nos sentamos en un extremo del parque, lo suficientemente lejos del mogollón y lo suficientemente cerca para que yo pudiera vigilar a mis niñas cuando bailaban (requisito imprescindible)… y nos íbamos a casita prontito, más o menos a las tres de la mañana… mmm… sip, no parece muy pronto que se diga, pero os juro que éramos de los primeros en retirarnos…
Y así he pasado las dos noches… pero los días… ahhhh los días… han sido perfectos!
En cuanto nos levantábamos nos vestíamos y a la calle (odio estar en una casa con ocho personas más… no puedo con ello… uff)… nada de hacer una asamblea familiar para decidir a donde queríamos ir todos… no. José decía a donde íbamos nosotros y quien quería se venía.
El sábado por la mañana nos fuimos (nosotros cuatro y mi sobrina) a dar una vuelta por las calles más antiguas del pueblo, a ver las fuentes, las casonas, la cruz del Rollo… lejos del mogollón de la calle principal, los bares y el parque. (En la imagen, la Cruz del Rollo a la entrada del pueblo)
Por la tarde, ante mi más absoluto asombro, José me dijo que había encontrado un lugar que me iba a gustar mucho, y que además me iba a venir de perlas para mi libro (el que estoy escribiendo ahora). Cogimos el coche y nos fuimos a las afueras del pueblo, a una zona preciosa por la que transcurre un pequeño riachuelo… cual no es mi sorpresa cuando al bajarnos del coche, veo que echa a andar, y me lleva hasta un bancal en el borde la montaña… Un bancal es un trozo de tierra para cultivos en una pendiente o desnivel… bueno, a lo que iba, me lleva a un bancal que ha sido transformado… por el norte lindaba con el riachuelo, por el este con la montaña y en los dos lados restantes habían construido un muro de piedras. Dentro del bancal habían construido en un extremo un establo de madera, y en el resto, que era un prado despejado, pastaban lo menos diez yeguas con siete potrillos!! Y un par de las yeguas tenían una panza enorme!!!
José sacó del maletero del coche una bolsa llena de zanahorias y se la dio a las niñas, y estas ni cortas ni perezosas se pusieron a dar de comer a las yeguas, las cuales, en cuanto las vieron acercarse al muro, corrieron a hurgar en las bolsas… ufff… fue alucinante… Las niñas me habían dicho por teléfono cada vez que las llamaba, que iban a ver a unas yeguas, pero jamás me imaginé una estampa tan bonita, porque no era solo la Yeguada , sino lo que había alrededor… a escasos metros del bancal, había una casa de pueblo, hecha toda de piedra, con tejas de las antiguas, dinteles de madera, y poyos en los muros (los poyos son bancos de piedra pegados a los muros de las casas), el arroyo que lindaba con la yeguada giraba en dirección a la casa y pasaba a escasos tres metros de ella, dejando a su paso una vegetación exuberante que cubría casi por completo uno de sus muros. Una vieja chimenea rompía las líneas del tejado y las ventanas cubiertas por contraventanas de madera, dotaban de más encanto, si cabe, a la vieja casona.
Era, es, un lugar especial. Me aleje un poco para ver todo en conjunto y me enamoré irremisiblemente de él.
Las niñas acariciaban a las yeguas mientras comían sus zanahorias, el riachuelo sonaba con la música del agua al tocar las piedras y la casa dotaba al lugar de una personalidad casi mágica. Y todo esto a escasos cinco minutos en coche del pueblo, perdido en mitad en mitad de un monte. Oculto a los ojos del resto del mundo.
He sacado fotos con el móvil de mi marido, en cuanto regresen (vienen el martes) las cuelgo, espero que hayan salido bien!!!
Por cierto, la casa, ya tiene dueño en mi imaginación… va a ser la residencia de Caleb… le va como anillo al dedo!
El domingo fuimos a la piscina y por la tarde regresé a Madrid.
Como decía antes, he pasado un fin de semana agradable, estupendo, en el pueblo. Hasta yo misma estoy asombrada.
Mi marido me ha mantenido alejada de las calles, bares y terrazas que tanto me agobian, mis hijas me han contado mil y una historias y las noches… bueno… la música no estaba tan mal.
Imagino que el que ellos hayan estado allí desde hace dos semanas sin mi, ha cambiado mucho la perspectiva de toda la familia… por un lado, al no tener el tiempo contado (cuando van conmigo, saben que más de cuatro días no aguanto), no se han visto obligados a visitar a toda la familia a toda prisa, ni a estar con los amigos de la infancia de mi marido a todas horas… entiendo que cuando vamos solo cuatro días, él quiera saludar y hablar con toda su gente… por lo que yo acabo más aburrida que una ostra, no porque no me lleve bien con ellos, sino porque rememoran viejos tiempos en los que yo ni pincho ni corto, y en los que lógicamente, hablan de gente que ni he conocido ni conoceré… Mis hijas llevaban más de diez días con sus primas y dentro de que están asalvajadas, no es el ímpetu que tienen al principio cuando parece que tienen que hacerlo todo en un día. Al no haber estado metida en la casa familiar durante mucho tiempo, tampoco me ha dado por amargarme por la falta de espacio… y como me han llevado de acá para allá, viendo sitios preciosos, calles alucinantes y parajes mágicos, pues me lo he pasado genial.
¿Volveré a ir al pueblo? Sí. Sin lugar a dudas. Pero de la misma manera que he hecho esta vez.
Seamos sinceros, soy incapaz de pasar más de tres o cuatro días allí, de hecho el domingo ya tenía ganas de volver a casa (no soporto tener que compartir mi espacio con nadie… y en la casa del pueblo somos nueve personas), siguen sin gustarme las aglomeraciones festivas y el tejemaneje de los pueblos. Pero… sí me lo he pasado bien sintiéndome como una reina a la que su rey lleva a lugares mágicos.
Por tanto, el año que viene, volveré. Cuando ellos lleven allí un par de semanitas, cuando el fragor de la llegada se haya olvidado… cuando me empiecen a echar de menos y yo a ellos… entonces iré, pasaré un par de días estupendos y volveré a casa… mejor no tentar a la suerte.
Besotes a todas.
Llámame tonta, en serio, pero me he emocionado cuando has contado lo de la anciana pidiéndote ayuda. A mí me pone de muy mala leche cuando les atropellan, cuando nadie les echa una mano, cuando veo que los pobres están más perdidos que otra cosa.
ResponderEliminarPor otro lado, me alegro que te lo hayas pasado bien en el pueblo. Tengo ganas de ver las fotos que has prometido, debe ser un lugar mágico. Y me ha encantado esta última que has puesto. Yo ando refunfuñando porque somos ciento y la madre estos días en casa de mis abuelos - donde vivo cuando no estoy en el piso de estudiantes - y me andan intentando obligar estar con ellos a todas horas.
Cómo te estoy entendiendo.
Besosss
Jus... esa ultima es Playas Blancas, en Mombeltran (el pueblo) y ufff... el sitio es precioso,hay mil lugares así en los alrededores...
ResponderEliminarY sip, yo estoy como loca porque lleguen y mirar a ver como han salido las fotos, ya te digo que las hicimos desde su móvil... a ver si hay suerte y se ven bien... también le he dicho a mi hija que se lleve la cámara y saque mas... pero no sé mi me hará caso... ains.
Jooo, pues a mí se me ha caído una lagrimilla y todo. (Igual no es para tanto, pero como estoy en fase de gilipollas pues me ha emocionado).
ResponderEliminarMe alegro de que te lo hayas pasado tan bien, y de que tu marido haya tenido tan buenas ideas. Él lo ha hecho distinto esta vez. ¡¡¡El amorrrr mueve montañas!!. Por cierto, ¡¡qué maja la abuelita!!
Viaje movidito pero veo que al fin, mereció la pena.
ResponderEliminarNoelia, te leo y me veo, creo que te lo he dicho alguna vez. En mi casa, en el pueblo, nos podemos juntar 13 o 14 personas 7 adultos y niños por todos lados y yo cuando voy por el segundo día, estoy deseando irme. Casi tenemos que dormir como en los submarinos, por turnos y el jaleo infantil con niños de todas las edades es para volverse loco, los míos ya están creciditos y los pobres no se oyen así que he optado por ir lo menos posible e intentar que no haya overbooking en la casa.
Me alegro que al final, hayas disfrutado y hayas encontrado ese lugar perfecto para tu libro.
Y a los de RENFE ya les vale, dan ganas de mandarlos a la porra (por ser finos) entiendo que tuvieras gana de matar a alguien.
Por cierto, tienes un regalillo en mi blog.
Jajajajaja.... vale pues yo me he reído, sólo de imaginarte delante de toda esa tropa y viendo como se te iría calentando la cabeza :D
ResponderEliminarPor cierto me encanta como casa para Caleb, parece que te la han construido aposta (de verdad qué no habías estado ya ahí????)
Menchu: ains, nosotros en casa somos nueve, 4 niños y 5 adultos... y uuffff asi que no quiero ni imaginarte a ti con 13 o 14... me da algo!!!! Y bueno de los de Renfe mejor no hablar... fijate que el viaje duró una hora y media y el interventor ni siquiera se pasó a picar los billetes... no hubo narices!! para mi que se escondió en la cabina del conductor y dijo: de aqui no salgo que me linchan!
ResponderEliminarMuchas por el regalito preciosa!!!
Merche: "Je Je Je" (Risa ironica) a ver... ahora me hace gracia, pero en su momento hubiera matado a alguien... ufff
Y la casa de Caleb, que va!! no lo habia visto nunca... está al lado del pueblo, bajando una cuesta (por llamarlo de alguna manera, porque mas bien parece que desciendes en picado) en un camino forestal que lleva a los bancales con huertecillos privados del pueblo... así que jamás se nos habia ocurrido ir por ahí... si todo surgió porque el primo del padre de Estefania (que es una prima segunda de la edad de mis hijas) invitó a Estefania a ver sus yeguas, fueron a verlas y zas... todas las tardes bajaban con un kilo de zanahorias jajajaja... y sip, es perfecta para Caleb.. jeje... a ver si me pongo y lo escribo... jis.