¿Suave como la seda? Extras

Os cuelgo un trocito del libro... hace unos días os presenté a Ariel (aquí), a Darío ya le conocéis de otros libros, por tanto... os pego un trocito en el que interactuan los dos. 

Para poneros en antecedentes; esto sucede tras una de sus primeras discusiones, están rodeados de la gente del gimnasio... 

–Elías –llamó Darío muy calmadamente.

–Dime.

–Sujétame –solicitó con tranquilidad– y en cuanto a ti –señaló a Ariel con un dedo– ya puedes empezar a correr, porque te juro que en este preciso instante soy incapaz de controlarme.

Y Ariel hizo lo que nadie se esperaba, lo que nadie hubiera pensado o imaginado que podría hacer una joven y frágil mujer que estaba siendo señalada con el dedo por un hombre alto, fuerte y muy cabreado.

Morder el dedo que la señalaba.

–¡Miércoles! ¿Habéis visto lo que ha hecho? ¡Me ha mordido! –gritó mirando alternativamente a la mujer pelo rojo y a su dedo enrojecido. Para no desentonar, también su cara empezó a enrojecer y sus ojos se inyectaron en sangre.

–Eh, ¡no grites, exagerado! Además, no tienes porque ponerte así, no tengo la rabia.